martes, 24 de febrero de 2015

          EL COLONIALISMO ESPAÑOL EN                                      MARRUECOS

Entre 1859 y 1912 el interés de España por Marruecos no hizo mas que crecer. Posteriormente, en un clima caracterizado por el triunfante imperialismo decimónico europeo, Marruecos se fue convirtiendo en tierra de promisión para diversos sectores de la sociedad española: políticos, económicos y sociales.
Es a mediados del siglo XIX cuando España comienza su espansión colonial por África.
En 1859, la resistencia a los abusos españoles por parte de los habitantes de Anyera, es tomada como pretesto por O’Donell para invadir Marruecos. El 22 de Octubre de ese mismo año , las Cortes declaran la guerra con la aprobación de todos los partidos políticos.
¿Por qué no podía Marruecos conquistados convertirse en El Dorado al alcance de los miserables campesinos españoles?
A comienzos de 1860 Marruecos cedió Infi y prometió pagar una indemnización de 20 millones de duros, quedando la plaza Tetuán como garantia de pago.Y 33 años después de la guerra de 1860 aún no habían podido llevarse a cabo los acuerdos impuestos a Marruecos pos la fuerza.
Finalizaba el siglo XIX y nuestro colonialismo era incapaz de proceder a la ejecución de los tratados.
El nuevo siglo comenzaba con el empate entre marroquíes y españoles, mientras cubanos y filipinos expulsaban al colonialismo español.
En el acuerdo franco-español del 3 de Octubre de 1904, se deja fuera de la zona española a Fez y Taza, se reduce la zona de influencia del sur marroquí y se decide que Tánger sea objeto de un régimen especial.
El 1 de Julio de 1911 para conseguir que los alemanes dejaran en paz al colonialismo francohispano que se apresuraba a hincar el cuchillo en Marruecos, Francia cedía a Alemania una parte del Congo.
Marruecos es uno de los poco países no europeos que alcanza el siglo XX en plena independencia.
El pueblo marroquí buscó una salida que lo liberase de la avalancha de los colonialistas y de las conspiraciones de los intrigantes o traidores. Surgió en el país un movimiento nacionalista que comenzó bajo la dirección de Chej Ma’el Ainin.
La conferencia de Algeciras reconoció la libertad e independencia de Marruecos y colocó a Francia y España en una situación de privilegio.
El pueblo marroquí no se vio satisfecho, ya que no querían que éstos tubieran un “papel distinto” a los otros países. El pueblo proclamó un Pacto nacional y constitucional que imponía al nuevo rey:
– Recuperar las regiones separadas de las fronteras marroquíes.
– Expulsar al ocupante
– Abolición del acta de Algeciras (el pueblo no había tenido participación)
– Trabajar por la abolición de los privilegios extranjeros.
– No consultar a los extranjeros asustos de la nación.
– No concertar con éstos acuerdos pacíficos o comerciales sin consultar a la nación.
A excepción de las grandes ciudades y puertos, firmemente controlados por el colonialismo hispanofrancés, todo el país se encontraba en una encarnizada lucha contra la ocupación extranjera.
El afán de algunos militares españoles y la atracción que suponía para la oligarquía la política imperialista de Francia, llevaron a España a violar la independencia del Estado marroqí.
En Junio de 1909 tal era el clima de agitación anticolonial que hasta el diario madrileño La correspondencia de España, de tendencia monarquica, publica: “Contra un país es imposible luchar y España no quiere ni oir hablar de Marruecos”
Los días entre el 9 y el 17 de Julio transcurrieron con completa normalidad y sin que los marroquíes atacasen, pero los días 18 y 20 lo hicieron con energía, teniendo que retroceder aún más el ejercito de ocupación.
La estrepitosa derrota en el Barranco del Lobo abre un paréntesis de calma hasta el otoño y a finales de Noviembre se marca el fin de esta campaña.
El fuerte sentimiento nacional de los marroquíes, la firme protesta del proletariado español y la ineptitud de nuestro ejército, serían los tres principales obstáculos que encontró el colonialismo español en sus deseos de expansión de 1909.
-> No es colonialista quien quiere, sino quien puede, era la lección de los hechos.
No es menos cierto que, a medida que se descubría que Marrucos no poseía las riquezas que se pensaba y que el disfrute de las existencias suponía un coste elevado en recursos y en vidas humanas, comenzaron a producirse las primeras deserciones de la unanimidad colonialista.

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